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Biografía: Guionista, montador cinematográfico y director de cine estadounidense, nacido en Washington DC. En el mundo de Monta Bell, una de las constantes temáticas que más llaman la atención por su repetición insistente se refiere a las mujeres como seres fuertes, dominantes, en algunos casos manipuladores; mientras que los hombres suelen ser débiles, sumisos y fundamentalmente pasivos. Sus protagonistas femeninas son las indudables heroínas, mientras que los personajes masculinos son a menudo antihéroes. Esto lo podemos ver de forma especialmente clara en sus dos primeras películas, Lady of the Night y Pretty Ladies, en las que encontramos sorprendentes similitudes. Sus protagonistas masculinos, no por ser fundamentalmente pasivos, carecen de talento. En Lady of the Night, Molly decide quitarse de en medio para que David pueda ser feliz junto a Florence, mientras que en Pretty Ladies, Maggey deberá asumir y perdonar la infidelidad de su marido. La revolución de Bell en los roles tradicionalmente aceptados del hombre y de la mujer alcanza su máxima expresión en After Midnight. La secuencia en la que Joe y Mary se conocen y él le “vende” a ella un trozo de plomo, símbolo evidente del miembro viril, representa toda una declaración de principios de este traspaso de poderes que puebla el imaginario de Bell. Y el uso que ella hace del falo como objeto que le confiere poder sobre él, no deja lugar a dudas. Dejando aparte la poco característica The King on Main Street, encontramos en Upstage un monumento aislado en la concepción de los roles de Bell, ya que en ella asistimos al único ejemplo de hombre que, a pesar de enamorarse de la chica, permanecerá firme en sus propósitos. La simulación y los disfraces constituyen un tema determinante en las películas de Bell, ya sean disfraces físicos o, por llamarlos de alguna manera, disfraces del alma. Entre los primeros, destaca su uso en momentos trascendentales de la vida de sus protagonistas. Por ejemplo, en Lights of Old Broadway, el rico y elegante Dirk se enamora de Fely justamente cuando, en la noche de las revueltas callejeras, se ve obligado, a instancias de ella, a disfrazarse con las ropas de un hombre pobre, para salir indemne de la batalla campal. En Man, Woman and Sin, el humilde Al se enamora de Vera la noche en que debe acompañarla a un baile de sociedad, y para ello, ha alquilado un frac. En el cine de Monta Bell no hay finales felices, ni tampoco finales desgraciados presentados de forma romántica. En sus películas, suele haber una constante en el enfoque hacia los momentos finales que se podría definir como “agridulce”. En general, los finales de Monta Bell son como despertares del sueño que han vivido sus personajes, a veces un despertar muy duro pero que les va a permitir negociar con la vida en términos más realistas.