Biografía: Directora y guionista de cine belga, nacida en Bruselas. Fascinada por la revolución estética que a finales de la década de los sesenta supuso el movimiento de la Nouvelle Vague, ingresó con apenas diecisiete años en la parisina Universidad Internacional de Teatro, que abandonará pocos meses después en la consideración de que el estudio de la técnica cinematográfica supone crear falsas barreras expresivas y reduce la libertad creativa. Tras dirigir varios cortometrajes en precarias condiciones de producción se trasladó a Nueva York, donde entabló contacto con prestigiosos cineastas de vanguardia como Stan Brakhage o Michael Snow, cuya obra influirá en su posterior trayectoria cinematográfica. Esta breve, aunque fructífera etapa neoyorquina, se saldó con la realización, entre otros films, de Hotel Monterrey (1972), singular intento de recrear la atmósfera de un hotel a través de largos planos que concluyen en densos fundidos a negro y donde se preludia un minimalismo narrativo característico de toda la filmografía de esta creadora. Su particular noción de realismo se expresa en la mezcla de sonidos del ambiente que rodea a los actores con diálogos concisos que no necesariamente se inscriben dentro de una narración convencional. De vuelta a Bélgica logró un gran éxito crítico con Los viajes de Ana (1978), relato semiautobiográfico en el que una joven cineasta viaja a través de Alemania para presentar su último filme y que, tras unas aparentemente banales experiencias, acaba regresando a casa. A este film le siguieron otros donde dejó patente el deseo de que el espectador sienta el paso lento del tiempo y contemple de manera reflexiva historias desdramatizadas, tendencia que alcanzan su punto culminante en Moving in (1993), monólogo de un hombre que acaba de mudarse de apartamento. Sólo Romance en Nueva York (1996) romperá esos incisivos retratos de individuos sin especiales problemas cotidianos, al abordar el choque cultural que se produce entre una bailarina parisina y un psicólogo estadounidense, personajes interpretados por estrellas de la magnitud de Juliette Binoche y William Hurt. Con esta historia Chantal Akerman intentó entrar sin demasiada fortuna en la dinámica comercial de las redes mundiales de distribución. Tras un breve paréntesis creativo en 2000 regresó a la primera línea con el largometraje de ficción La cautiva, que adaptaba un fragmento de la monumental novela de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido.
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